domingo, 1 de noviembre de 2009

El mejor de mis viajes

Fue un sábado por la mañana, las maletas estaban listas desde la noche anterior, pues nunca nos gusto empacar a última hora y tres lindas chicas no podían prescindir de un buen equipaje.

Partimos rumbo a la terminal a las once de la mañana aproximadamente. Cuarenta minutos después ya estábamos abordando el bus que nos llevaría a nuestro destino Huancayo.

Fueron 7 horas de viaje intenso, aunque con algunos percances pues al bus se le reventó una llanta y tuvimos que detenernos aproximadamente veinte minutos mientras la cambiaban. Pero este acontecimiento no logro opacar nuestra felicidad ya que este viaje había sido anhelado desde hace más de un año pues era el primero que hacíamos las tres juntas y el inicio de muchas aventuras a través de los Andes.

Llegamos a las ocho y treinta de la noche, pues decidimos bajar en plena carretera aunque ésta estaba desértica, pero ir hasta la ciudad era en vano ya que nosotras nos hospedaríamos en casa de mi abuela en un pequeño pueblito llamado Hualhuas capital de textil de Junín.

Al bajar del bus el frió congeló nuestras manos, el aire purificó nuestro cuerpo y nuestra alma pues la temperatura iba descendiendo cada vez mas. Heinz uno de mis primos, muy pendiente de nuestra llegada decidió esperarnos en el auto cuadras mas aya para ayudar a cargar el abundante equipaje.

Hacia mucho frió pues había comenzado a caer la helada y aunque Katherine, Anyi y yo estábamos muy cansadas, también queríamos disfrutar de la víspera que había en la plaza central pues celebraban la fiesta del pueblo en honor al padre “San Roque”.

Cerca de la media noche después de cenar y descansar un par de horas decidimos apersonarnos hacia la plaza donde nos esperaban amigos y familiares que disfrutaban de la hermosa exhibición de fuegos artificiales.

Al día siguiente como es costumbre en la sierra central despertamos con el canto del gallo. Horas después decidimos ir de compras a la ciudad en el auto de un amigo que también acaba de llegar de Lima.

Fueron horas de exquisita diversión pues visitamos la feria del pueblo, disfrutamos de suculentos platos típicos de la región como lo son el carnero al palo, el cuy colorado y el delicioso lechón que a mi tanto me fascina.

Al caer la tarde fuimos al estadio pues amigos jugarían un gran partido y a su vez también danzarían algunos pariente en una exhibición de bailes típicos del la región como lo son la Chonguinada y Los Avelinos.

Bailamos durante toda la tarde y parte de la noche ya que teníamos que ir a cenar a casa de la abuela y luego regresar a la primera noche de toril. Y así fue la luna llena acompaño una noche más de diversión al lado de los hermosos fuegos artificiales, grandiosos castillones y el famoso “calentito” que en la sierra central es la denominación que le dan a la mezcla de pisco o ron con té caliente, limón y miel de abeja.

El tercer día fue mas agotador aun, pues teníamos que ir al cementerio de Concepción, pueblo cercano a Hualhuas ya que era tradición de la familia Meza, rendir homenaje a los familiares que habían fallecido ya hace un par de años. Las cajas de cerveza, las flores, la banda, los cánticos y el rió de lágrimas que recorría mas de un rostro en el que me incluyo no se hicieron esperar.

Luego de cuatro horas había llegado la hora del almuerzo. Katherine y yo decidimos regresar a Hualhuas pues fuimos invitadas por Johann a uno de los almuerzos de la Asociación de Avelinos SASAR danzantes del pueblo. El destino de Anyi fue otro ya que ella decidió ir a almorzar con el resto de la familia y dos nuevos amigos.

Nuestra próxima actividad fue ir a la corrida de toros, donde nos ofrecieron participar en compañía de algunos Avelinos pero creo que el temor y la inseguridad nos ganaron así que solo visualizamos todo el evento desde uno de los palcos mientras bebíamos algunas cervezas en compañía de algunos amigos.

La tarde taurina acabo a las seis de la tarde; las tres descendimos del palco y fuimos a bailar al centro del rodeo con algunos amigos, probamos la chicha de jora que en particular a mi siempre me desagrado, pero esa tarde me pareció deliciosa ya que endulzo mi paladar, bien dicen que cuando uno esta rodeada de gente a la que quiere todo le parece rico.

Anyi y yo bebimos, bailamos y cantamos hasta el amanecer pues sabíamos que solo nos quedaba un día de estadía en ese acogedor pueblo ya que las obligaciones en Lima nos llamaban. Katherine prefirió quedarse descansando pues el día fue agotador y al parecer le choco el clima.

Por otro lado Anyi y yo visualizamos el cielo aclararse a las cinco de la mañana y a duras penas a casa de mi abuela a descansar ya que por la tarde tendríamos que empacar. Bien dicen que después del gusto viene el disgusto; ya que ambas despertamos con un dolor de cabeza insoportable y el dolor de garganta no se hizo esperar. Felizmente las abuelas nos prepararon un “levanta muertos” que nos hizo resucitar.

Finalizamos el día yendo a despedirnos de algunos amigos y familiares. El martes al medio día fuimos a comprar los pasajes ya con el equipaje listo y partimos con congoja prometiendo volver el próximo año por más diversión. Así concluyo nuestra travesía y abordamos el bus de regreso a Lima recordando durante el trayecto mil y un anécdotas de nuestra estadía en Hualhuas.

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