Me envenenas el alma
Dame a beber de tu medicina
Y déjame morir entre tus brazos
Antes de las seis
Me inyectaste de tu pasión
Y me dejaste vagando,
Perdida, en esta tormenta de emociones
Sin salida
Timerman señala: “…Los Montoneros asesinan a quienes se ocupan de reprimirlos; a quienes ellos creen que se ocupan de reprimirlos; a quienes ellos consideran que no hacen nada contra quienes los reprimen; a quienes se pronuncian contra la violencia de la derecha pero también de la izquierda porque los considera cómplices de la derecha; a políticos de segunda categoría amigos de políticos de primera categoría porque estos no quieren entrar en tratos con ellos; a políticos que suponen que pueden llegar a interferir en sus planes futuros porque son liberales y atraerían a la juventud de izquierda; a periodistas de izquierda que están contra la violencia y así confunden a sus guerrilleros.”
Según el texto podemos recalcar que el miedo y el silencio son los principales enemigos de un periodista. No puede existir libertad de prensa donde no exista libertad de pensamiento, ni libertad de expresión, ni libertad de información. Un periodista no puede ejercer su profesión libremente, ni actuar éticamente en un país donde los ciudadanos aceptan pasivamente la violencia, y callan ya que se convierten en cómplices.
La prensa es “comunicación para el desarrollo”, pero es difícil ejercerla mientras se vive en una disyuntiva entre si debe informar o no las acciones del gobierno sin que ningún miembro del Estado militar se vea “ofendido”. El periodista objetivo está en la obligación de investigar y contrastar sus fuentes aunque en esto le lleve la vida.
La situación descrita en el texto nos muestra la coyuntura laboral vivida por los periodistas Argentinos al sentirse sometidos, amenazados y reprimidos por las autoridades al mando de la nación, pues si bien recopilan y procesan determinada información ésta puede estar aprobada por el Ministro pero lamentablemente una verdadera investigación siempre “arrastra” a terceros y muchas veces militares y otras autoridades se ven involucrados en el caso, es así que, al verse implicados una de sus primeras opciones es buscar censurar al comunicador ya sea a través de amenazas, homicidios o extorsiones.
Asimismo, Timerman comenta que el periodista es perjudicado de uno u otro modo sea o no sea un periodista ético, sin importar la posición que elija, ya sea el estar del lado del gobierno, mantenerse neutral o apoyar a otras autoridades ya que por guardar el secreto profesional o buscar contribuir con la ciudadanía no recibe ninguna recompensa, ni protección.
Siempre existirán grupos que no estén contentos con la información brindada. Si el artículo es a favor o en contra es lo de menos, a ellos solo les importa que no se publique nada, que se suprima la información pues de lo contrario el periodista será victima de represalias.
Semejanzas y diferencias de lo que pasó en Argentina con lo que sucede en el Perú
Hay semejanzas no solo con el Perú sino también con países como Alemania, Italia, Chile y Paraguay, entre otros.
En Perú la situación que más se asemeja es la del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas entre los años 1968 y 1980. Período de régimen militar en la que el país estuvo bajo el mando del general Juan Velasco Alvarado, quien tomó el poder político mediante un golpe de estado el 3 de octubre de 1968 y desarrolló un gobierno nacionalista. Asimismo, el general Velasco fue relevado de su cargo años después por Francisco Morales Bermúdez.
El gobierno de Velasco, a diferencia de otras dictaduras militares de la región, asumió un carácter claramente de izquierda y nacionalista y realizó una serie de reformas que originaron un gran impacto en el desarrollo social y económico peruano. Entre las que más afectaron al Perú tenemos la reforma agraria y la confiscación de los medios de comunicación en 1974, la cual tenía como único fin violentar y suprimir el derecho a la libertad de prensa.
No se puede pretender luchar contra la violencia, la impunidad e ilegalidad usando tácticas aun más violentas e igual de ilegales. Asimismo, el silencio convierte a una nación en cómplice, al ser cómplice surge el miedo y luego del miedo llega la indiferencia ante cualquier situación muchas veces llegando a pensar que nunca nos tocará a nosotros.
Estas acciones van en contra de la moral, del periodismo ético ya que si los periodistas difundimos información veraz y objetiva asumiendo la responsabilidad de dicha información, nuestra credibilidad seguirá ascendiendo. No podemos permitir que el miedo nos someta. “El periodismo es libertad, no censura.”
Si llevamos a cabo una investigación y sabemos que estamos haciendo lo correcto no podemos permitir impunidad, ni manipulaciones porque el esconder un hecho ilícito es contribuir a que se cometan más delitos que no solo atentan contra un individuo, sino contra toda la sociedad.
El periodista ético debe tener muy claras sus normas morales, las leyes de una nación y el código ético de la profesión, esas serán sus mejores armas el día que determinadas autoridades o gobiernos busquen hacerte cómplice al buscar tu silencio. El hacerte parte de esta “mafia” la que calla, la que es indiferente, hace que nuevos grupos como los “terroristas” quieran resurgir, a fin de lograr apoderarse de la verdad y gobernar nuestra sociedad ya que se sentirán seguros pues nosotros periodistas y ciudadanos les estamos dando las armas para que hagan y deshagan.
Otro caso que se dio en los últimos años fue el del periodista Gustavo Gorriti, quien cuenta la historia que le toco vivir durante el Gobierno de Belaunde Terry, en su libro la “Calavera en negro” nombre que se le da por representar el temor y la mafia a la que hace referencia durante toda la historia, la cual podría ser resumida en esta cita: “El traficante que quiso gobernar el país”.
Gorriti fue amenazado de muerte cuando iniciaba su carrera como periodista de investigación en la revista “Caretas” mientras se encontraba como director Enrique Zileri. Esta investigación logró que “Caretas”, denunciara periodísticamente a Carlos Langberg, un magnate vinculado con el narcotráfico, poniendo en evidencia su verdadera cara. Este hecho causó revuelo en esos tiempos y se abrió investigación al respecto en la Fiscalía de la Nación, sin embargo pese a las amenazas recibidas el periodista jamás se amilanó, lo cual es un ejemplo para los comunicadores del siglo XXI.
Extracto del texto "La verdad difícil" de César Arias
Los militares franceses que dirigieron la guerra contra subversiva poseían una ideología centrada en el integrismo católico, por tanto, eran profundamente conservadores y anticomunista ultranza. Asimismo, eran fuertemente nacionalistas y algunos de ellos habían apoyado a De Guille y la resistencia contra los nazis de allí que- como lo dijera Massu antes los medios de comunicación- no aceptaban que políticos y comunicadores de izquierda los llamaran “fascistas”.
A las nuevas formas de hacer la guerra, la llamaron “guerra revolucionaria”, “guerra moderna”, “guerra subversiva” o “guerra psicológica” cuyo problema central era el dominio o simpatía de la población.
Como parte de las nuevas tácticas y técnicas del estilo de guerra al cual debieron hacer frente, los militares franceses incorporaron la denominada brigada cívico-militar, justamente para buscar la simpatía, el afecto y el respaldo de la población, especialmente de aquellos que se encontraban ubicados en zonas de influencia subversiva. Asimismo, como complemento a la anterior estrategia diseñaron la acción psicológica, considerando dentro de la misma de principalísima importancia la propaganda.
No obstante, crearon organizaciones secretas en el exterior buscando potenciales enemigos, impulsaron las operaciones clandestinas y promovieron los asesinatos en el exterior. Alentaron las infiltraciones de las organizaciones, instituciones, empresas u organismos sospechosos de apoyar o simpatizar con la causa de los rebeldes, además para identificar a éstos recurrieron al narcotráfico como un mecanismo financiero, al margen de los recursos estatales para recaudar fondos conducentes al mantenimiento de la guerra.
Según el analista político César Arias Quincot, la doctrina francesa parte de una perspectiva supuestamente “realista” acerca de la guerra revolucionaria: “El enemigo no usa uniformes, ni distintivos, sino que por el contrario, busca mezclarse con la población civil; se trata de un adversario que, a diferencia del enemigo convencional, busca confundirse y hacerse indistinguible de la población civil”
El subversivo es un adversario muy peligroso que puede utilizar las libertades y garantías procesales propias del sistema democrático para destruirlo.
En Argentina, durante la década de 1960 los jefes militares decidieron imponer una dictadura con la finalidad de reorganizar la sociedad mediante la presión autoritaria, obteniendo como resultado lo contrario: una virulenta politización de la juventud que condujo a ilusionarse con el mito de la revolución radical y violenta, de preferencia a partir de la guerrilla.
Los militares de la cúpula golpista repetían los argumentos de los franceses contra la represión por la vía legal y deseaban, en cambio, imponer el exterminio físico de los subversivos. “Matarlos todos a ellos, unos 20 mil y a sus familiares para que no quede vestigio, ni testimonio”.
El método que utilizaron en Argentina superó a los militares franceses ya que su forma predominante de represión fue la desaparición de miles de reales o supuestos opositores. En la mayoría de los casos la víctimas eran secuestradas por gente armada vestida de civil, introducida en vehículos sin placas y conducida a lugares de horror como el Olimpo, el club Atlético, o la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Una vez en los siniestros centros de detención, eran humillados y sometidos a suplicios atroces como picana eléctrica, golpizas, violación sexual en presencia de varias personas, asesinados en algunos casos o conducidos a prisiones y en muy pocos casos liberados.
De este modo se paralizó por el terror cualquier tipo de resistencia y de organización que aun fuera en forma pacífica se intentara resistir a las políticas del régimen. En conclusión, se buscó aplicar una política de exterminio de aquellos a quienes se tipificaba como “subversivos”.
La sociedad peruana ingresó a esa terrible etapa de violencia por la decisión de la cúpula del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso, encabezado por el profesor de filosofía Abimael Guzmán o más conocido como el Presidente Gonzalo
Los senderistas recogieron la mentalidad totalitaria derivada del pensamiento de sus mentores ideológicos: Lenin, Stalin y Mao. En todos ellos primó el relativismo moral y, en los últimos, la praxis política y la justificación teórica del totalitarismo.
Es así que, se desarrolló una política genocida contra la población, dando como resultado más de cuatro mil fosas comunes y miles de desapariciones forzadas, admitidas por la gubernamental Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).
Los senderistas buscaban dominar poblaciones por la vía del terror, es decir eliminar “asesinando” a las personas que fueran consideradas “enemigas de clase”, “soplones” o aliados de las fuerzas del estado. Asimismo, tenían como objetivo central perpetrar acciones violentas a fin de generar una respuesta lo más violenta e indiscriminada por parte de las fuerzas del orden.
Desde mayo de 1992 se consolidó el sistema antisubversivo inconstitucional que trastoca la realidad de la guerra, convirtiendo normativamente los hechos de los insurgentes a Terrorismo, como delito común y no como delito político; siguiendo la orientación estadounidense para estigmatizar a los revolucionarios en el mundo y justificar la más desenfrenada represión.
La actitud irresponsable de aquellos políticos que no fueron capaces de adoptar una política destinada a derrotar la subversión con métodos democráticos fue la principal razón del colapso de la democracia el 5 de abril de 1992.
Conclusión:
La influencia del método Francés antisubversivo fue la muestra más clara de la violación de los Derechos Humanos.
El método francés implicaba que más importante que la tropa y antes que la tropa hay que ocuparse de la retaguardia, es decir, de la población. Todo esto desarrollado bajo la nueva doctrina “cualquiera puede ser parte del otro bando” lo cual cambia el eje del combate y lleva a enfrentar a un nuevo enemigo que está infiltrado en la población.
“Antisubversiva no hay línea del frente”, porque el enemigo está en todas partes, lo cual los inducia a realizar las investigaciones necesarias. Su labor se realizaba a través del interrogatorio, el cual debía ser sistemático, de modo de obtener siempre una respuesta. “Hay que quebrar la capacidad del enemigo y para eso es necesario obtener información a cualquier precio, incluida la tortura”.
En Argentina, los reglamentos militares para luchar contra la subversión, tuvieron influencia francesa y no estadounidense. En la mayoría de los casos las víctimas eran secuestradas por gente armada vestida de civil, introducida en vehículos sin placas y conducida a lugares de horror por obra de los agentes del gobierno dictatorial.
Asimismo, Argentina reexportó la doctrina contrasubversiva francesa, a Bolivia, Nicaragua, Honduras y El Salvador.
En tanto, en nuestro país el suelo peruano se vio manchado por un mar de sangre, el cual no se puede volver a repetir. Recordemos que “La violencia, solo genera más violencia.”
Si bien, las pérdidas humanas son irremediables, nosotros debemos velar para que el miedo imparable que antes invadía en su mayoría a los pobladores del interior del país no amilane nuestro carácter de lucha, ni aplaque las ganas de crear una sociedad mejor.
No podemos callar ante tanta impunidad, trabajemos a fin de contribuir con la democracia y busquemos cruzar las barreras que se crearon en los 90´. Ya es hora de acabar con el racismo, y dejar de apoyar la exclusión y las desigualdades en nuestra sociedad.
Según Degregori, entre 1980 y 1990 en Perú se desata un periodo de violencia. El conflicto armado interno vivido ha sido el de mayor duración, el de impacto más extenso sobre el territorio nacional y el de más elevados costos humanos y económicos de toda nuestra historia republicana.
La causa inmediata y fundamental del desencadenamiento del conflicto armado interno fue la decisión del Partido Comunista del Perú- Sendero Luminoso (PCP-SL) de iniciar una guerra popular contra el Estado peruano.
La violencia armada en contra de la población civil la inicia el principal grupo subversivo, el PCP-SL, utilizando de manera sistemática y masiva métodos de extrema violencia y terror sin guardar respeto a normas básicas sobre la guerra y los derechos humanos. Por otro lado, dicha violencia subversiva estuvo dirigida contra los representantes y partidarios del antiguo orden en las áreas iniciales del conflicto armado por lo que la mayor parte de víctimas de las acciones senderistas estuvieron entre campesinos o pequeñas autoridades locales y no entre miembros de las elites políticas o económicas del país.
Degregori precisa, “Las violaciones a los DD.HH. cometidas por agentes del Estado durante el conflicto habían sido el COSTO necesario que el país tuvo que PAGAR para acabar con la violencia subversiva desatada en 1980 por Sendero Luminoso y el MRTA fue el mensaje que propalaron voceros del régimen y muchos líderes de opinión”
Se creía que la única forma que había para solucionar todo tipo de problemas era la Formula de la “Mano Dura”, violando deliberadamente a los derechos de la vida y a la no discriminación, sin embargo, las contradicciones entre el discurso de mano dura y realidad se mostraron más de una vez.
Sin embargo, en las áreas de conflicto hubo hostigamiento a la prensa y hasta asesinatos de periodistas. Por su parte, las organizaciones defensoras de los derechos humanos realizaron numerosas denuncias específicas y acopiaron información sobre la guerra interna.
El autor precisa, “Las violaciones a los Derechos Humanos cometidas por agentes del Estado durante el conflicto habían sido el costo necesario que el país tuvo que pagar para acabar con la violencia subversiva desatada en 1980 por el Partido Comunista del Perú- Sendero Luminoso (PCP-SL) y por el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (RMTA).
Asimismo, señala que en la coyuntura de la crisis del fujimorismo, el reclamo contra las violaciones a los derechos humanos logró incorporarse al paquete de demandas antiautoritarias. Por lo tanto, lo que existió en Perú no fue una transición pactada sino un colapso del régimen autoritario.
En Perú los guardianes del olvido se baten en retirada, fugan del país o caen en prisión. Finalmente, las transiciones, por lo menos en sus inicios, son coyunturas sumamente fluidas, en las que se amplían las posibilidades para la agencia o voluntad política, se agrietan las historias oficiales y se abren resquicios por donde irrumpen otras memorias y otras lecturas del pasado.
El autor apoya la creación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), ya que trabaja bajo el contexto de proteger los derechos de la persona. El trabajo y el informe final de la CVR han revelado tanto la reticencia a escuchar “mensajes ligados a los horrores del pasado” como también la configuración de espacios de dialogo anteriormente inexistentes.
El autor enfatiza el derecho a la igualdad, si analizamos el conflicto peruano como parte de un proceso en el que las acciones de violencia transcurrieron a lo largo de varios años, con incrementos graduales de intensidad y extensión geográfica, identificaremos que los más afectados fueron las personas que radicaban en zonas marginales al poder político y económico. Los campesinos e indígenas son símbolos por excelencia de las víctimas durante esta etapa de violencia social.
En las principales provincias de nuestro país como Ayacucho, Apurímac, entre otras una vez controlada la amenaza subversiva armada, las poblaciones quedaron bajo control militar por extensos períodos, la pregunta es ¿En ese momento dónde estaban nuestras autoridades?
El Perú no había sufrido conflictos armados internos significativos antes de 1980. Los momentos de mayor agitación política y convulsión social con estallidos de violencia armada duraron poco tiempo, y tuvieron un carácter local antes que nacional, es así que, no registraron un gran número de muertes o desapariciones forzadas.
En nuestra nación un rasgo que la caracteriza es la falta de integración nacional, expresada en la gran fragmentación de sus espacios regionales y la falta de reconocimiento cabal de la diversidad étnica de sus habitantes. De ahí parte la tendencia a marginar a los sectores de menos recursos, a las zonas rurales indígenas y la imposición de patrones culturales occidentales.
Por ello se deduce que la violación de los Derechos Humanos fue tomada como un tema secundario para las agendas pública y privada del país por varios años.
La imagen que marca la década de los 90´ es la violación de los Derechos Humanos por parte del Estado y las Fuerzas Armadas, la sangre derramada por nuestros compatriotas y por todos aquellos que no tenían indicio de culpa para morir como murieron.
Asimismo, en 1991 más de la mitad de la población peruana vivía bajo el estado de emergencia. Ese mismo año se da una ofensiva del MRTA en diversas zonas del país, dando una imagen de recomposición luego de la fuga del túnel.
A inicios de los 90´ el asesinato de María Elena Moyano por parte de Sendero representó una situación límite por el grado de crueldad de SL y la fragilidad de las organizaciones populares que se le enfrentaba. Sendero aceleró su ofensiva sobre la capital, mientras calculaba la posibilidad de una intervención norteamericana que desatase una guerra de liberación nacional en el país mediante atentados terroristas con coches bomba en Lima.
No obstante, el escenario posterior a la captura de Abimael Guzmán y otros importantes dirigentes estuvo marcado por la derrota de Sendero Luminoso, iniciada tres años antes cuando fue expulsado de varias de sus zonas de tradicional influencia por la acción de las fuerzas del orden y los comités de autodefensa.
“Los peruanos vivieron en la boca del lobo”, un ciclo de adhesión a las fuerzas subversivas, formación de comités populares, conflicto y formación de Comités de Autodefensa. La derrota de las fuerzas subversivas se repitió en estos espacios.
Fujimori mantuvo una estrecha relación con las fuerzas Armadas. Aunque criticados por su indiferencia hacia los derechos y civiles durante las operaciones contrainsurgentes, los militares surgieron con mayor fuerza después de su éxito contra Sendero Luminoso.
En el periodo de los 90´ los peruanos no podían transitar tranquilos por las calles, el miedo a saqueos, asesinatos, violación y otras formas de violencia física o psicológica se esparcían por doquier, atentando contra la convivencia pacífica de la nación.
En las áreas rurales pobres de la sierra, caracterizadas por su baja densidad poblacional, asentamiento disperso y malas comunicaciones, la presencia subversiva buscó dominar territorios, vaciarlos de toda autoridad estatal y construir un nuevo poder.
a. Según el escritor Mario Vargas llosa, “el nacionalismo consiste en considerar lo propio como un valor absoluto e incuestionable, mientras que lo extranjero es calificado como un desvalor, algo que amenaza, desdeña la personalidad espiritual del país, es decir, es considerado como un agente enemigo.”
El proceso de globalización hace ver que el nacionalismo funciono en siglos anteriores. Sin embargo, el impedir el intercambio cultural y el proceso de retroalimentación en la actualidad al no dar a conocer lo nuestro, el no importar y evitar mezclar nuestras costumbres con el extranjero seria estancarnos y evitar el crecimiento de nuestra nación. Crear un “nacionalismo cultural” solo generara atraso y un pasaje directo al pasado donde todo se arreglaba con sangre.”
b. “No existe una cultura netamente propia y única, las culturas son mezcladas, no se puede decir “esta costumbre o baile es propio del país a un 100%; ni siquiera en el caso de las lenguas, ya que estas son consideradas propias y ajenas.”
El Perú es pluricultural, el país donde se mezclan todas las sangres, una combinación de culturas, creencias, mitos y realidades. Los comunicadores para el desarrollo particularmente debemos velar por seguir expandiendo este “fenómeno” a través de su difusión de ese modo no solo contribuiremos con la educación del lector, sino que también ayudaremos al progreso del país fomentando el turismo y la exportación.
c. “Las dictaduras son ideológicas y la única manera de sobresalir de ellas es que el Elefante, cumpla la función de crear condiciones más propicias para la vida cultural, que garantice la libertad de expresión y libre tránsito de ideas.”
El arte, la literatura, y las ciencias son las aéreas en las que más han destacado los peruanos en los últimos años. Por ello debemos apoyar el talento peruano y velar por la libertad de difusión, expresión e información. Se debe fomentar la investigación, los proyectos científicos, las artes y todo aquello que favorezca al crecimiento de nuestra cultural.
Asimismo, se debe incentivar con premios o becas el talento de los peruanos así ellos sentirán que su trabajo no es en vano y merece ser reconocido nacional e internacionalmente.