domingo, 11 de septiembre de 2011

Pintados de sangre

Preso sin nombre, celda sin número

Timerman señala: “…Los Montoneros asesinan a quienes se ocupan de reprimirlos; a quienes ellos creen que se ocupan de reprimirlos; a quienes ellos consideran que no hacen nada contra quienes los reprimen; a quienes se pronuncian contra la violencia de la derecha pero también de la izquierda porque los considera cómplices de la derecha; a políticos de segunda categoría amigos de políticos de primera categoría porque estos no quieren entrar en tratos con ellos; a políticos que suponen que pueden llegar a interferir en sus planes futuros porque son liberales y atraerían a la juventud de izquierda; a periodistas de izquierda que están contra la violencia y así confunden a sus guerrilleros.”

Según el texto podemos recalcar que el miedo y el silencio son los principales enemigos de un periodista. No puede existir libertad de prensa donde no exista libertad de pensamiento, ni libertad de expresión, ni libertad de información. Un periodista no puede ejercer su profesión libremente, ni actuar éticamente en un país donde los ciudadanos aceptan pasivamente la violencia, y callan ya que se convierten en cómplices.

La prensa es “comunicación para el desarrollo”, pero es difícil ejercerla mientras se vive en una disyuntiva entre si debe informar o no las acciones del gobierno sin que ningún miembro del Estado militar se vea “ofendido”. El periodista objetivo está en la obligación de investigar y contrastar sus fuentes aunque en esto le lleve la vida.

La situación descrita en el texto nos muestra la coyuntura laboral vivida por los periodistas Argentinos al sentirse sometidos, amenazados y reprimidos por las autoridades al mando de la nación, pues si bien recopilan y procesan determinada información ésta puede estar aprobada por el Ministro pero lamentablemente una verdadera investigación siempre “arrastra” a terceros y muchas veces militares y otras autoridades se ven involucrados en el caso, es así que, al verse implicados una de sus primeras opciones es buscar censurar al comunicador ya sea a través de amenazas, homicidios o extorsiones.

Asimismo, Timerman comenta que el periodista es perjudicado de uno u otro modo sea o no sea un periodista ético, sin importar la posición que elija, ya sea el estar del lado del gobierno, mantenerse neutral o apoyar a otras autoridades ya que por guardar el secreto profesional o buscar contribuir con la ciudadanía no recibe ninguna recompensa, ni protección.

Siempre existirán grupos que no estén contentos con la información brindada. Si el artículo es a favor o en contra es lo de menos, a ellos solo les importa que no se publique nada, que se suprima la información pues de lo contrario el periodista será victima de represalias.

Semejanzas y diferencias de lo que pasó en Argentina con lo que sucede en el Perú

Hay semejanzas no solo con el Perú sino también con países como Alemania, Italia, Chile y Paraguay, entre otros.

En Perú la situación que más se asemeja es la del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas entre los años 1968 y 1980. Período de régimen militar en la que el país estuvo bajo el mando del general Juan Velasco Alvarado, quien tomó el poder político mediante un golpe de estado el 3 de octubre de 1968 y desarrolló un gobierno nacionalista. Asimismo, el general Velasco fue relevado de su cargo años después por Francisco Morales Bermúdez.

El gobierno de Velasco, a diferencia de otras dictaduras militares de la región, asumió un carácter claramente de izquierda y nacionalista y realizó una serie de reformas que originaron un gran impacto en el desarrollo social y económico peruano. Entre las que más afectaron al Perú tenemos la reforma agraria y la confiscación de los medios de comunicación en 1974, la cual tenía como único fin violentar y suprimir el derecho a la libertad de prensa.

No se puede pretender luchar contra la violencia, la impunidad e ilegalidad usando tácticas aun más violentas e igual de ilegales. Asimismo, el silencio convierte a una nación en cómplice, al ser cómplice surge el miedo y luego del miedo llega la indiferencia ante cualquier situación muchas veces llegando a pensar que nunca nos tocará a nosotros.

Estas acciones van en contra de la moral, del periodismo ético ya que si los periodistas difundimos información veraz y objetiva asumiendo la responsabilidad de dicha información, nuestra credibilidad seguirá ascendiendo. No podemos permitir que el miedo nos someta. “El periodismo es libertad, no censura.”

Si llevamos a cabo una investigación y sabemos que estamos haciendo lo correcto no podemos permitir impunidad, ni manipulaciones porque el esconder un hecho ilícito es contribuir a que se cometan más delitos que no solo atentan contra un individuo, sino contra toda la sociedad.

El periodista ético debe tener muy claras sus normas morales, las leyes de una nación y el código ético de la profesión, esas serán sus mejores armas el día que determinadas autoridades o gobiernos busquen hacerte cómplice al buscar tu silencio. El hacerte parte de esta “mafia” la que calla, la que es indiferente, hace que nuevos grupos como los “terroristas” quieran resurgir, a fin de lograr apoderarse de la verdad y gobernar nuestra sociedad ya que se sentirán seguros pues nosotros periodistas y ciudadanos les estamos dando las armas para que hagan y deshagan.

Otro caso que se dio en los últimos años fue el del periodista Gustavo Gorriti, quien cuenta la historia que le toco vivir durante el Gobierno de Belaunde Terry, en su libro la “Calavera en negro” nombre que se le da por representar el temor y la mafia a la que hace referencia durante toda la historia, la cual podría ser resumida en esta cita: “El traficante que quiso gobernar el país”.

Gorriti fue amenazado de muerte cuando iniciaba su carrera como periodista de investigación en la revista “Caretas” mientras se encontraba como director Enrique Zileri. Esta investigación logró que “Caretas”, denunciara periodísticamente a Carlos Langberg, un magnate vinculado con el narcotráfico, poniendo en evidencia su verdadera cara. Este hecho causó revuelo en esos tiempos y se abrió investigación al respecto en la Fiscalía de la Nación, sin embargo pese a las amenazas recibidas el periodista jamás se amilanó, lo cual es un ejemplo para los comunicadores del siglo XXI.

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