jueves, 1 de octubre de 2009

Pero termino quiera o no quiera siempre entre tus brazos


Fue en una noche de diciembre, habían pasado aproximadamente cuatro años desde la última vez que nos vimos y lo único que puedo asegurar es que fue muy especial.

Como describirla tierna, dulce y sensual a la vez, creo que esas son las palabras apropiadas. Me intimido el ver como me mirabas fija e intensamente, pero lo extraño fue que pese a que nos conocíamos tantos años ninguno se atrevió a decir “hola”.

El encontrarte tan derrepente hizo que el tiempo se detenga solo para los dos, sentí que esa noche era otra noche que se me escapaba entre los dedos pero preferí dejarme envolver en esa mirada risueña que jugaba con una delicada y suspicaz sonrisa hablando mas que mil palabras juntas.

Creo que desde ese día comenzó la historia, mientras tú eras vida, yo era agonía pero pese a ello aprendimos a hablar sin palabras, nuestras miradas se entrelazaban y se entregaban saciándose de ganas de frenesí y locura en lugares donde solo la luna acompañaba la pasión.

Tu mirada guiaba mi caminar y con ella lograste conquistar mi alma provocando que el dulce néctar de tus labios me embriague. Esa mirada me hizo reír y padecer haciéndome conocer lo que llevabas en el fondo de tu alma y me regaló tu corazón ofreciéndome el dulce veneno de tu amor.

Muchas veces fue una mirada lasciva que era el veneno que recorría mis venas apoderándose de todo mi cuerpo, apabullando mi corazón y haciéndome perder la razón.

Aquella mirada era la luz que opacaba toda sombra que rondaba mi pasado. Mientras yo era pregunta, tu eras respuesta; aquella puerta que a pesar de todo siempre estaba abierta.

Lamentablemente cuando me di vuelta ya no estabas y yo solo buscaba la mirada del adiós. ¿Cuánto tiempo mas la tendré que buscar? tal vez tenga que crecer y envejecer ya que todavía no la logro hallar.

31/12/03

No hay comentarios:

Publicar un comentario