viernes, 23 de octubre de 2009

Black and white

El prejuicio racial es un hecho latente e hiriente que aumenta a diario en Perú y el mundo. Las raíces del racismo están en nuestra obsesión por razonar conforme a etiquetas estereotipadas que imponemos a las personas, ya que estas condicionan lo que percibimos de nuestro entorno y lo que percibimos de manera generalizada.

La población blanca, culturalmente dominante, ha impuesto valoraciones y normas de conducta que discriminan a los mestizos y sobre todo a los indígenas, ya que la raza blanca se cree superior a la raza indígena y mestiza afectando de múltiples formas la vida social cotidiana.

En Perú, el racismo se visualiza en los juicios, aspiraciones y valores, en el lenguaje y los insultos, en los ideales de belleza que presentan los medios masivos de comunicación a través de sus estereotipos, la indeferencia de unos hacia otros por el color de piel o el bajo nivel socioeconómico.

El racismo por una parte aparece vinculado a la acción social, y por otra a la acción histórica, presenta características específicas; tiene su lógica propia y constituye en sí mismo un conjunto de significaciones autónomas, que en los casos extremos son susceptibles de desembocar en proyectos políticos. Estas actitudes no son solo un mito arrastrado de la época colonial sino han pasado a ser parte de la cultura de muchos peruanos.

No podemos ser indiferentes a este tipo de situaciones, no debemos ser indiferentes a la falta de tolerancia y de respeto al pensamiento y palabra de los ciudadanos.

Debemos empezar a ver a cada persona por sus acciones, y no englobarlas por su origen o color de piel. Debemos lograr que la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente como bien señaló Martín Luther King.

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