sábado, 5 de septiembre de 2009

En algun lugar del mundo se que estas...

Desde que nací, viví en casa de mi abuela, en el Rimac, pero por problemas familiares, y la decisión de mis padres de independizarse nos mudamos a Ventanilla.

En este lugar me tuve que adaptar a otro ritmo de vida ya que no conocía a nadie y mis padres tuvieron que buscar quien me cuide porque ellos trabajan a diario. Por las tardes, contaba los días que faltaban para que llegue el fin de semana ya que iríamos a casa de la abuela, y vería a mis primos.

Es así que empecé a quedarme en la casa de una vecina cuando ellos hacían guardia. Luego de unas semanas le tome mucho cariño a esta persona por lo que la empecé a llamar Tía.

Ella, su esposo y sus cuatro hijos siempre me trataron con mucho cariño e incluso me ayudaban en mis tareas y me enseñaron buenos modales. Dos años después conocí a Maribel quién hasta el día de hoy es mi mejor amiga; y en casa de mi nueva Tía contaba con cuatro amigos más; aunque como todo niño solía tener pequeñas riñas con el menor de los hijos.

Mis padres siguieron trabajando, mi Tía me cuido hasta que enfermo y como sus dos hijos mayores no podían con toda la responsabilidad, mis padres se vieron obligados a buscar a otra persona que se encargara de mí en su ausencia.

A mí me empezó a cuidar un familiar de mi padre que acababa de mudarse a Ventanilla, pero consecutivamente visitaba a su familia, es decir, la casa de mi Tìa tan querida. Siempre considere a mi Tía como alguien de mi familia. Lamentablemente ella falleció en setiembre de 1998.

Su muerte afecto en gran medida mi estado anímico y el ver sufrir a mi madre me hacia sentir peor, ya que ella era su mejor amiga. Recuerdo que el día de su entierro salí del cementerio con lágrimas en los ojos al ver que la menor de sus hijas se desmayó ante tan dolorosa situación.

Yo no entendía muy bien lo que pasaba y nadie hasta años después me quiso explicar la razón de su muerte.

A: L.R.

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