lunes, 21 de marzo de 2011

Y me bebí la razón

Por fin sentí paz, sabía que estabas a miles de kilómetros pero que al menos estabas vivo, que no sufrías. Tu mensaje me dejo pasmada. ¿Cuánto se le puede temer a un sueño?, no era la primera vez; eh ahí la respuesta.

Por eso sentía tristeza, por eso temía que un manto negro te estuviese envolviendo. Casi una semana llore como un niño, no encontraba explicación, era una corazonada que termino por darme la razón.

Una frase de facebook me destruía; me enterraba en el tiempo y me devolvía a la vida: “Donde demonios estas... hoy que necesito saber de ti, hoy que pido una esperanza para vivir. Hoy que mi alma entristeció creyéndote desfallecer, sin darse cuenta que era yo quien moría de sed. Donde esta ese amigo que extendía su mano jurando no soltarme jamás. Donde rayos quedo el tiempo y el momento... ¿dime donde?”.

Pasaron tres días, leí tu e-mail sin mayor explicación y la incertidumbre desapareció, volví a darle prioridad a otros temas. Respirando nuevos aires, ya más tranquila me dije “nada podría ser tan malo” y deje de ahogarme en ese vaso de agua en el que te viste sumergido hace unos años.

De pronto, desperté; observe minuciosamente… y me dije ¡por fin! no más preocupaciones. Aparentemente todo andaba bien, pero al concluir el día la que estaba en problemas era yo. La que necesitaba el abrazo que jamás te negué fui yo, la que te pedía que la escuches y no un consejo como tantas veces era yo. Pero no estuviste ahí y quizás fue lo mejor.

No sé si hubiese valido la pena hablar contigo, porque no podías solucionar mi problema, porque si bien al oír tu voz lograrías aplacar mi llanto, sé que no tenías las armas para curar la herida que yacía en mi pecho. Esa noche te necesite, no sé si igual o más que hace tres años cuando te viste llorando e implorando perdón, esa noche maldije cada cosa que te dije, me odie por haber ignorado tus palabras… lamente el grado de inmadurez que volcó nuestras vidas, pero este era otro mar en el que tu no tenias, ni debías ni siquiera flotar.

Y volvió el llanto, me daba igual saber o no de ti, tu imagen se borro de mi memoria... pues para bien o para mal no preste atención a tus reclamos, ni a tus reproches y mucho menos a tus suplicas, pero hey no reniegues, ya no mas lamentos pues tu tampoco me escuchaste, solo me hacías creer que estabas junto a mí y al final ambos sabíamos que teníamos que vivir, lo que nos toco vivir.

Quería oír su voz, quería una respuesta, pero me vi sola una vez más tratando de tomar impulso para poner de pie. No creo que hubieses podido entender eso o ¿sí? Como podrías hablarme de lo que no conoces. Y si digo que no lo conoces es porque pese al tiempo que tienen juntos, sé que no has vivido la magnitud o la similitud del amor que yo siento. Peor aún, hasta ahora no se si albergas algún sentimiento que se asemeje a estar enamorado.

El aire templado, la oscuridad, la soledad, tu falsa amistad y todo lo oscuro que rodea mi vida intento sumergirme. Mis reflejos no respondían, mi corazón empezó a detenerse sin escuchar razones, me empecé ahogar, no podía respirar o quizás fue que buscaba no hacerlo.

Intente dormir una y mil veces buscando despertar. Rogaba al cielo que todo fuera un mal sueño pero no, era mi realidad. Volví a ver mi llanto caer, se me desgarraba el alma cada que recordaba las palabras “apropiadas” que uso, no podía ni hablar… quería desaparecer, me sentía desfallecer. ¿Cómo teniendo agua en sus labios prefirió dejarme morir de sed?

Dolía, pero sabía que el mundo no se iba a acabar… Esa noche la luna se desvaneció entre las sombras y yo sola me quede buscando encontrar un porqué y un poquito de fe.

Sabias algo de mi

Yo se todo de ti...

No hay comentarios:

Publicar un comentario