domingo, 3 de diciembre de 2017

No eres tú, soy yo

(...) Mi madre siempre me dice que con el carácter que tengo me voy a quedar soltera. La vida me hizo crecer a la fuerza y a patadas me hizo entender que una no le puede aguantar mierdas a nadie. Ni a tus amigos, ni a tu familia y mucho menos a tus novios/as.
A la mala aprendí que el amor no es enamorarse y ver pajaritos en el cielo, aprendí que el amor no viene prefabricado, no viene hecho ni empaquetado. A golpes aprendí que el amor es una decisión, que el amor "el de verdad" se construye de a pocos y se construye de a dos, porque un puente jamás se va a sostener por un solo lado.

Me han roto el corazón dos veces en la vida y no me quejo, porque hasta de lo más doloroso se aprende. Ambas veces quise hacerme la mártir e intentar echarme la culpa entera (¡Algo está mal conmigo mamá! Lo intento pero no me funciona!) Pero luego de pensarlo un buen rato me di cuenta de que no fui yo, eran ellos.
Yo aprendí a correr antes de aprender siquiera caminar, me lancé a las garras de la vida siendo una niña de diecisiete años y crecí, crecí mucho. Crecí tal vez más de lo que me hubiera gustado.

Hoy a mis veintisiete ya me considero una mujer completa (sé que tengo muchas cosas que mejorar), pero para mi edad le he ganado en creces a muchas personas y me he dado cuenta que ese mismo 'plus' es que me tiene sola.


He aprendido en veintisiete años a estar sola, a no necesitar de nadie (¡Sólo de ti mamá!). He aprendido a llenar mis vacíos solita y a no andar cargándole a otros esa tarea. He aprendido a quererme, a quererme mucho. He aprendido a ser resiliente, a caer, a golpearme, a irme de cara en esta vida pero no sin antes haber aprendido algo de aquello. He aprendido a valorar y a amar mis cicatrices, las internas y las externas, porque sólo alguien que las tiene prueba que la ha luchado, que la ha sufrido pero ha ganado y ese es el legado que quiero dejarle a mis hijos, que tuvieron una madre que la peleó: La peleó con los problemas, los obstáculos, una difícil enfermedad (Que casi nadie sabe) y hasta la vida misma.

Soy una extraña mujer, dicen, porque no me molesta pagar mis cuentas, porque soy independiente, y cargo mis propios problemas. Dicen que soy una extraña mujer por ser directa, espóntanea, porque amo viajar y gastar mis ahorros en ello, porque a veces tengo pensamientos de "hombres" y porque no me he casado.
Dicen que soy una extraña mujer porque no me dejo, porque no me quiebro, porque me sacudo las lágrimas, me acomodo el escote y sigo para adelante. Dicen que soy extraña porque no nací sumisa, callada, quieta ni frágil sino soberbia y estridente. Porque cuando llego se nota y cuando me voy se siente.

Soy una mujer completa, una mujer que suma, una mujer que cura.

Y sí, tal vez por eso me quede soltera, a los hombres les gustan las chicas que quieren ser rescatadas y yo hace mucho que domestiqué al dragón que me atrapaba en aquel castillo.
Así que dejémonos de excusas. Eres tú, no soy yo. 

No eres tú, soy yo.
ADAPTACIÓN: Con L de leucemia

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